Consejos prácticos para que los diálogos suenen naturales y confieran dinamismo a la historia
Será, de las fases de la escritura de una historia, la más peliaguda. ¿Sabes esa sensación de “sudar tinta” escribiendo, y reescribiendo y afinando y puliendo ese párrafo de apenas diez frases cortas de un diálogo clave que sabes que no acaba de funcionar…? En esos momentos es cuando más motivada estoy para escribir.
Escribir diálogos realistas es uno de los mayores retos y más motivantes para continuar una historia, y justo cuando escribiendo diálogos te sientas más atascado, justo ahí es cuando no puedes dejar de trabajarlo, de perseguir esos diálogos.

El cimiento para escribir buenos diálogos es la naturalidad
Parece fácil. Te ríes porque sabes que no lo es. Lograr, a través de unos diálogos realistas y dinámicos, esa naturalidad de los diálogos cotidianos no es fácil ni inmediato. Te va a costar, si es que a estas alturas no has descubierto el trabajo que hay detrás de unos buenos diálogos.
Observa la vida real
Para lograr unos buenos diálogos, naturales —y apunta esto a fuego— has de observar.
Observa los diálogos que se generan en la vida cotidiana. Tal vez te parezca que una conversación con tu madre sobre su última visita al dentista o sobre qué comida te apetece para vuestro domingo de comida familiar no tenga mucho que ver con escribir buenos diálogos ni con el oficio de escritor; te equivocas de pleno. En los diálogos cotidianos más sencillos está la mina donde encontrarás la ansiada materia prima: la naturalidad que necesitas para crear buenos diálogos.
Y de nuevo, y esto lo repetiré las veces que haga falta en las entradas de este blog que sea necesario: toma notas.
Lleva siempre a mano lápiz y papel donde puedas anotar esa frase ocurrente que has oído en el autobús, o apuntes tus propias conclusiones sobre tu trabajo de campo a la caza de buenos diálogos para tu novela, ese diálogo, cuatro líneas rápidas, que te ha inspirado observar un momento del devenir que te rodea.

Las frases largas no se llevan bien con los buenos diálogos
No he visto un buen diálogo, jamás, que me haya atrapado en un intercambio de frases enormes de más de tres líneas.
Una frase larga ha de estar muy, muy justificada en un diálogo. Y, sin embargo, los primeros bocetos de diálogos de la mayoría de los escritores suelen estar poblados de este tipo de acotaciones extensísimas, agotadoras, cansinas, que no hacen sino restar naturalidad, apetencia, y sacar al lector de la historia.
Dinamismo ante todo
Los diálogos han de ser rápidos en su mayoría, frases no muy largas, línea y media, dos como mucho. Si es media línea, mejor que mejor. Si solo es una frase, mucho mejor. Si esa frase se reduce a una sola palabra, estamos aprendiendo y rozando algún momento estelar en el camino de conseguir buenos diálogos para tu novela.
Equilibrio: no conviertas tu novela en un guion de cine
Hay editoriales que llevan años aplicando lo que llamo Rodillo Planeta. Me voy a crear enemigos en la Editorial Planeta, y no me importa. No espero que publiquen jamás un libro mío, porque eso significaría que mis libros no tienen la calidad suficiente para un lector que se precie de serlo en novela. Por supuesto, esto no es exclusivo de Planeta, pero sí ha llegado a ser, en mi opinión, una constante en ese “rodillo” que aplican a las obras que publican y que las convierte casi en muñecos en serie salidos de una fábrica, sin apenas señas características propias.
El efecto Rodillo expulsa la literatura de la literatura misma al abusar de diálogos rápidos sin esencia. Apenas hay narraciones de un diálogo a otro, lo justo para situar la acción, pero no deja espacio para la literatura. Es una fórmula que persigue enmarañar en un enganche adictivo al lector más que seducirle y hechizarle. Funciona desde hace décadas, pero el libro se vuelve un objeto de consumismo y deja de ser una obra de creación literaria porque su poder de aportar riqueza de pensamiento y disfrute a los sentidos profundos del lector se extingue.
No te obsesiones con el tipo de guion
He leído en algún sitio que un error común es que los escritores usan el guion corto (-) en vez del guion largo (—), que es el correcto para las acotaciones de los diálogos. Mientras escribas, ni te preocupes por eso. Después, en la fase de corrección, solo se trata de sustituir uno por otro y ya está. Escribe. Aquí importa tu historia, la creación, tu manera de hacer que tus personajes hablen en los diálogos que inventes para ellos.
La acotación breve dentro del propio diálogo
Puedes incluir breves acotaciones dentro del diálogo para dar matices: si un personaje enarca las cejas mientras habla, baja la voz o se muerde el labio, ese gesto puede reforzar lo que dice o contradecirlo sutilmente. No abuses, pero úsalas con intención narrativa.
Lo que viene a continuación…
Hasta aquí hemos visto las bases para escribir buenos diálogos: naturalidad, ritmo, equilibrio, errores comunes… Pero esto no sería un artículo completo si no te mostrara cómo lo hacen algunos grandes autores.
En la siguiente entrega, veremos ejemplos reales de escritores que han sabido crear diálogos memorables: Francisco González Ledesma, Antonio Martínez Magán, Miguel Delibes… y alguno propio que también me atrevo a compartir.