Te confieso que la construcción de los personajes, en la búsqueda de ese personaje memorable que cautive al lector, es para mí una de las cuestiones narrativas más peliagudas de explicar, y sin embargo la experimento como la tarea más apasionante cuando me pongo a escribir.
Los que eligen la enumeración pura y dura, te describirán multitud de tipos de personajes, atendiendo a este o cual concepto. Te darán a elegir de entre los mil caminos que puedes escoger para crear personajes memorables.
Yo, personalmente, me inclino a darte ejemplos de personajes que me parecen arquetípicos ya que, por el trazo y la psicología elegida, se convierten en escuelas por sí mismos acerca de cómo desarrollar personajes memorables en tus narraciones.

Ejemplo 1 de personaje memorable: Carmen de Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes.
«… la raíz de todos los males es la avaricia, y por eso mismo me será muy difícil perdonarte, cariño, por mil años que viva, el que me quitases el capricho de un coche. Comprendo que a poco de casarnos eso era un lujo, pero hoy un Seiscientos lo tiene todo el mundo, Mario, hasta las porteras si me apuras, que a la vista está. Nunca lo entenderás, pero a una mujer, no sé cómo decirte, le humilla que todas sus amigas vayan en coche y ella a patita, que, te digo mi verdad, pero cada vez que Esther o Valentina o el mismo Crescente, el ultra marinero, me hablaban de su excursión del domingo, me enfermaba, palabra. Aunque me esté mal decirlo, tú has tenido la suerte de dar con una mujer de su casa, una mujer que de dos saca cuatro, y te has dejado querer, Mario, que así, qué cómodo, que te crees que con un broche de dos reales o un detallito por mi santo ya estás cumplido, y ni hablar, borrico, que me he hartado de decirte que no vivías en el mundo, pero tú, que si quieres. Y eso, ¿sabes lo que es, Mario? Egoísmo puro, para que te enteres, que ya sé que un catedrático de Instituto no es un millonario, ojalá, pero hay otras cosas, creo yo, que hoy en día nadie se conforma con un empleo. Ya, vas a decirme que tú tenías tus libros y “El Correo”, pero si yo te digo que tus libros y tu periodicucho no nos han dado más que disgustos, a ver si miento, no me vengas ahora, hijo; líos con la censura, líos con esa gente y, en sustancia, dos pesetas. Y no es que me pille de sorpresa, Mario, porque lo que yo digo, ¿quién iba a leer esas cosas tristes de gentes muertas de hambre que se revuelcan en el barro como puercos? Vamos a ver, tú piensa con la cabeza, ¿quién iba a leer ese rollo de “El Castillo de Arena” donde no hablas más que de filosofías? Tú mucho con que si la tesis y el impacto y todas esas historias, pero ¿quieres decirme con qué se come eso? A la gente le importan un comino las tesis y los impactos, créeme, que a ti, querido, te echaron a perder los de la tertulia (…) que son unos inadaptados.»
He querido empezar fuerte, para que veas, de golpe, una manera excelente de describir no uno, sino dos tipos de personajes memorables, magistrales los dos, por boca de uno de ellos.
Carmen es un personaje como ninguno. Ella es la protagonista que se describe a sí misma en un soliloquio de cinco horas, a lo largo de la noche en que vela a su marido fallecido, que describe toda la convivencia de ambos. Ella es la protagonista, ella es el narrador, ella presenta al resto de personajes, al otro principal, que es el propio marido; ella te describe el mundo en el que han vivido los dos, su marco social, la atmósfera, la distancia que separaba al matrimonio mientras han convivido. Ella se describe a sí misma. El lector la odia y la adora. La psicología de esta mujer es reflejo de la España de los años 60 del siglo XX. Muchas mujeres se sintieron identificadas aquellos años con Carmen, y muchos hombres con su marido. Delibes es un maestro de la literatura española del Siglo XX y este personaje puede que sea el mejor botón de cómo el autor hila y construye al personaje mientras construye toda la narración desde la psicología que él elige para una mujer de clase media de 1965 en España. Delibes ha observado a las mujeres de su entorno, ha convivido con ellas, ha elegido este y aquel aspecto de unas y otras, y en Carmen funde los rasgos escogidos para que ella en sí sea la narración y el reflejo de la época tal como la entiende el escritor.
Y allí ya te llevas dos apuntes.
Psicología del personaje.
Y la psicología del propio escritor y su bagaje, al elegir esta estructura tan magistral y elegir un narrador en primera persona que lo haga todo en la narración.

Ejemplo 2 de personaje memorable: William Clutter de A sangre fría, de Truman Capote.
«… Herbert William Clutter tenía cuarenta y ocho años y, como resultado de un reciente examen médico para su póliza de seguros, sabía que estaba en excelentes condiciones físicas. Aunque llevaba gafas sin montura y era de estatura mediana -algo menos de un metro setenta y cinco- el señor Clutter tenía un aspecto muy masculino. Sus hombros eran anchos, sus cabellos conservaban el color oscuro, su cara, de mandíbula cuadrada, había guardado un color juvenil y sus dientes, blancos y tan fuertes como para partir nueces, estaban intactos. Pesaba setenta y seis kilos… lo mismo que el día en que se había licenciado en la Universidad Estatal de Kansas terminando sus estudios de agricultura. No era tan rico como el hombre más rico de Holcomb… el señor Taylor Jones, propietario de la finca vecina. Pero era el ciudadano más conocido de la comunidad, prominente allí y en Garden City, capital del condado, donde había encabezado el comité para construir la nueva iglesia metodista, un edificio que había costado ochocientos mil dólares. En ese momento era presidente de la Confederación de Organizaciones Granjeras de Kansas y su nombre se citaba con respeto entre los labradores del Medio Oeste, así como en ciertos despachos de Washington, donde había sido miembro del Comité de Créditos Agrícolas durante la administración de Eisenhower. Seguro de lo que quería de la vida, el señor Clutter lo había obtenido, en buena medida. En la mano izquierda, en lo que quedaba de un dedo aplastado por una máquina, llevaba un anillo de oro, símbolo, desde hacía un cuarto de siglo, de su boda con la mujer con quien había deseado casarse: la hermana de un compañero de estudios, una chica tímida, piadosa y delicada llamada Bonnie Fox, tres años menor que él.»
Seguro que con este fragmento has disfrutado. Muestra dos maneras de describir a un gran personaje.
La primera de ellas, la extensa y detallada, la de William, el granjero asesinado en el libro y en la vida real -el libro, obra maestra de la literatura estadounidense del siglo XX, está basado el trabajo periodístico de su autor cuando le encargaron investigar el asesinato de la familia Clutter-, la segunda, tan breve y concisa como precisa y puntillosa, cuando describe a la esposa de William, Bonnie.
En ese fragmento está resumida toda la psicología de ambos personajes, y la vez sigue describiendo el marco social en el que ambos se desenvuelven, y es que el propio marco social de datos objetivos y periodísticos es un elemento con el que describir al personaje de William. Es el rizo del rizo.
¿Casualidades que te haya escogido ejemplos donde se retrata a dos matrimonios de más o menos las décadas centrales del siglo XX, una pareja americana, real, de 1959, y otra ficticia basada en los matrimonios españoles de 1966? No hay casualidad.
El motivo está en mi sensibilidad y escuela como escritora. Han sido dos libros claves en mi formación como narradora, y ambos personajes, tanto Carmen con William me atraparon desde el principio y me hicieron apreciar cómo los autores ejercían este oficio tan divino para mí, al crear estos personajes memorables de la literatura hispana y anglosajona. Así que, si no los has leído, este es buen momento para disfrutarlos y aprender.
El apunte de este ejemplo es que veas cómo el autor usa los recursos de la narración de una crónica periodística, frases cortas, por ejemplo, muy concisas, datos objetivos, y le entremezcla adjetivos cuidados que son propios de un estilo de narración literaria, para encarnar un personaje memorable que podemos calificar de tal porque, sin herramientas de IA como las actuales, a Capote solo le falta pedirnos que le estrechemos la mano al presentárnoslo. Y lo vuelve a hacer, exactamente lo mismo, pero al revés en su extensión, en apenas las tres líneas que usa para desde una costilla de arcilla sacada de William, describir a Bonnie. Ella es el último elemento que describe a William y sin él, no se entiende la propia Bonnie. Otra vez rizando el rizo.
Lo que Truman consigue en estos dos párrafos lo llamo virtuosismo narrativo.
Tardó seis años en escribir la novela; mereció la pena cada segundo.
Ejemplo 3 de personaje memorable: El gato Cheshire de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll.
El Gato sonrió al ver a Alicia.
Parecía tener buen carácter, consideró Alicia; pero también tenía unas uñas muy largas y un gran número de dientes, de forma que pensó que convendría tratarlo con el debido respeto.
– «Minino de Cheshire», empezó algo tímidamente, pues no estaba del todo segura de que le fuera a gustar el cariñoso tratamiento; pero el Gato siguió sonriendo más y más. «¡Vaya! Parece que le va gustando», pensó Alicia, y continuó: «¿Me podrías indicar, por favor, hacia dónde tengo que ir desde aquí?».
– «Eso depende de a dónde quieras llegar», contestó el Gato.
– «A mí no me importa demasiado a dónde…», empezó a explicar Alicia.
– «En ese caso, da igual hacia dónde vayas», interrumpió el Gato.
– «…siempre que llegue a alguna parte», terminó Alicia a modo de explicación.
– «¡Oh! Siempre llegarás a alguna parte», dijo el Gato, «si caminas lo bastante».
A Alicia le pareció que esto era innegable, de forma que intentó preguntarle algo más: «¿Qué clase de gente vive por estos parajes?».
– «Por ahí», contestó el Gato volviendo una pata hacia su derecha, «vive un sombrerero; y por allá», continuó volviendo la otra pata, «vive una liebre de marzo. Visita al que te plazca: ambos están igual de locos».
– «Pero es que a mí no me gusta estar entre locos», observó Alicia.
– «Eso sí que no lo puedes evitar», repuso el gato; «todos estamos locos por aquí. Yo estoy loco; tú también lo estás».
– «Y ¿cómo sabes tú si yo estoy loca?», le preguntó Alicia.
– «Has de estarlo a la fuerza», le contestó el Gato; «de lo contrario no habrías venido aquí».
Sí, es lo que parece: un personaje genial y único, supera el adjetivo de personaje memorable porque ha transcendido a la propia Alicia y al resto de personajes del cuento.
Pero no te traigo a Cheshire por la fascinación que siento por él, igual que la han sentido tantas generaciones antes que la mía, sino por la manera de presentarlo y definirlo; Carroll apenas usa la narración descriptiva para construir al gato fantástico; lo describe mediante el diálogo que mantiene con Alicia en este primer encuentro de los que mantienen a lo largo de la historia.
A Alicia la sigue construyendo mientras encarna al gato, con el lenguaje infantil que pone en sus frases y los pensamientos que le describe, hace que crezca en el camino que recorre -aquí la metáfora del camino como crecimiento personal- y en este punto, el gato es también un elemento de crecimiento del personaje principal, cumple una función, a la vez que crece con ella, mientras el autor lo perfila psicológicamente en este diálogo.
¿Qué adjetivo crees que puede definir mejor a este perfecto personaje memorable? Para mí hay varios que lo describen; enigmático, hechizante, guía, loco, cuerdo, mágico… podría seguir machacándote con lo memorable que es el gato de Alicia por folios y folios…
Apunte. Los personajes tienen un propósito o varios, pero desde luego tienen un propósito central que has de definir desde el principio para que funcione en la trama.
Y llegamos a lo que te interesa
¿Cómo lo hago? Y ¿Por dónde empiezo?

¿Cómo crear un gran personaje?
Hay caminos casi infinitos para crear personajes memorables. Lo acabas de ver en estos tres ejemplos. Y te los traigo porque, aunque parecen complicados, en ellos también está lo más sencillo, el camino que funciona siempre al comenzar a crear personajes, personajes memorables, además:
La descripción clásica.
Es la que usa Capote con William. Si bien él intercala otros recursos con diferentes objetivos -a la vez que le describe habla de su vida social y así también describe el ambiente del pueblo, los condicionantes bajo los que se mueve y que forman parte el, como hemos visto-. Has visto que lo describe físicamente al detalle. Concreta hasta edad, el peso exacto que tiene y lo que mide, en este caso usando los datos objetivos de la investigación que hizo del caso real. Tú puedes elegir los “datos objetivos” que quieras para tu personaje memorable.
Es una técnica que funciona siempre, y que puedes o no acabar usando en la narración como la usa Capote, toda de una vez, o ir soltando, con una intención definida para la historia, esos rasgos aquí o allá, pero, y esto APÚNTATELO A FUEGO:
- Describir física, mental y psicológicamente a un personaje, imaginártelo, te va a ayudar a comprenderlo.
- Inspírate en persona reales para empezar y siempre que quieras. Mira qué bien le fue a Capote. Son todas personas reales de un suceso real, violento, que cubrió en su trabajo como periodista.
- Hazte una lista de los personajes que quieres que intervengan, los que en principio te habías imaginado y anota los que surjan cuando desarrolles la trama.
- Ten cerca la lista de tus personajes, con sus descripciones, sus datos relevantes, que has escrito en primer punto de esta enumeración básica que te presento, y consúltala constantemente y realiza en ellos los cambios que creas que vas a necesitar para dar fuerza y consistencia a la historia, para crear esos personajes memorables que son el alma y la carne de tu historia.
- En esa lista no olvides guardar la mínima tipología.
Personajes principales.
Personajes secundarios.
Personajes puntuales.
Personajes dudosos o posibles.
Apunta, al menos de los que no sean principales y secundarios, una pequeña definición al menos de cada uno.
Y POR ESCRITO, al definirlos en el papel y preguntarte escribiendo para qué creas ese personaje, valorarás si tiene sentido o no, y así decidirás casi de un plumazo si encarnas a ese último personaje que se te ha ocurrido o lo mandas al olvido hasta otra ocasión.
E igual te va a pasar con personajes que creías desde el primer momento que iban a ser bonitos, claves, personajes memorables, pero que resulta que tienen que irse a descansar a la papelera o simplemente no van a tener la relevancia que creías, o no funciona algo de ellos y han de crecer por otro sitio, o variar de alguna manera.
- No enloquezcas con consejos rígidos, tipologías extensísimas, etc. Lee todo lo que puedas sobre la construcción de personajes memorables. Solo tú sabrás lo que te va a servir, según la historia que quieras contar.
- Crea, escribe, mete las manos en harina y ponte a imaginar qué personajes van a salir de esas neuronas literarias, que están deseando mover la pluma, teclear y proponer un metaverso de historias inolvidables y personajes memorables.